¿Alguna vez has sentido tocar el cielo con la yema de los dedos? Yo no, pero supongo que sera una sensación parecida a cuando te estas columpiando y crees que estando arriba del todo puedes llegar a tocar las copas de los árboles, incluso piensas que puedes tocar el cielo. También supongo que será una sensación parecida a cuando te deslizas por un tobogán y sientes como poco a poco vas callendo desde lo más alto.
Echo de menos sentir esas sensaciones quizás porque poco a poco, y aunque no lo parezca, me voy haciendo mayor y no puedo ir a un parque y tirarme por un tobogán o subirme en los columpios.
Ahora lo único que puedo hacer, y muy a mi pesar, es seguir soñando e imaginando esas sensaciones que algún día sentí que obviamente me gustaría volver a sentir.
Puede resultar extraño o podéis pensar que soy una cría por sentir y querer volver esos recuerdos. Pero son míos, son mis recuerdos y por nada del mundo quiero olvidarme de ellos, quiero seguir sintiendo esas sensaciones, quiero seguir ilusionándome como cuando era una niña, me gustaría que la gente no me juzgase por como soy o por como pienso, ¿ me gustaría hacer y sentir tantas cosas que por miedo no hago?
Puede resultar extraño pero sí, tengo miedo. Miedo al rechazo, a la soledad, a la muerte, a no encontrar a mi media naranja (aunque no me gusten las naranjas), miedo a dejar de soñar, a no cumplir mis sueños, a dejar de ser quien soy...
Pero que tenga miedos no significa que viva con miedo constantemente, supongo que mis miedos serán los miedos de muchos otros o tal vez no, pero siguen siendo míos. Podría vivir sin miedo pero entonces no sería yo.
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